Todos conocemos lo que significa hablar de “la hora del té” para un inglés. Las cinco de la tarde es ese momento sagrado en el día, en el que se hace un receso en cualquier actividad para disfrutar de un buen té, a ser posible con pastas. Se dice (aunque hay gran parte de leyenda en ello) que incluso los soldados ingleses tenían la costumbre de detenerse durante las batallas para no dejar de disfrutar de esta ineludible costumbre.
No hay exageración posible: la afición que tienen los anglosajones por esta bebida está fuera de toda duda. No se restringe tampoco a la hora de la merienda: lo cierto es que el té está muy presente también en el desayuno, e incluso puede que en la cena.
De todas las variedades existentes, la que es propiamente inglesa es el té negro, conocido también como English Breakfast precisamente por ser el compañero siempre presente en sus desayunos.
El té negro inglés es una mezcla que se caracteriza por su robustez. Está comprobado que se trata de una bebida excelente para proporcionar las fuerzas necesarias para afrontar el día. Suelen prepararlo bien con azúcar, como es costumbre en la mayor parte del mundo, o bien con leche.
Si queremos emular a nuestros amigos ingleses y tomarlo de esta manera, es importante conocer bien la receta. No basta con preparar el té y añadirle leche según nos parezca, como haríamos con el café; el resultado puede ser nefasto si no conocemos las cantidades adecuadas.
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